<html>
<head>
<meta http-equiv="Content-Type" content="text/html; charset=UTF-8">
</head>
<body>
<p>Estimados gracias por opinar y compartir puntos de vista</p>
<p>Evidentemente Andrea nos separa una distancia generacional
importante. Le aseguro que el tiempo pasa para todos. Se trata, y
esto es para Carlos también, de analizar la presencia y la opinión
de la Universidad como ámbito máximo del conocimiento en medio de
una de la cosas más terribles que nos ha tocado vivir como país y
que justamente, no es imputable a ninguna persona en su origen. <br>
</p>
<p>Si resulta analizable el comportamiento del tratamiento político
y sanitaria del problema, pero ni siquiera se llega allí, aún.</p>
<p>La Universidad que forjamos cuando eramos estudiantes luego de la
dictadura pretendió darse un camino de inclusión y modernización
de los claustros. La discusión entre claustros se extendió por
mucho tiempo con argumentos rebatibles, deseables, interesados y
todo lo que se pueda decir pero todos conocían las posiciones y
orientaciones de cada actor de la Facultad en nuestro caso.</p>
<p>Ahora bien, desde hace muchos años, entiendan bien, muchos años,
en nuestra facultad no hay reuniones de claustro y menos inter
claustros para analizar, pensar, discutir, intercambiar ideas.
Estamos hablando de ANTES de la pandemia. <br>
</p>
<p>La pandemia solo puso de manifiesto que no había mecanismos
alternativos y profundizó esta situación. Podría argumentarse que
el Consejo de la facultad se ha seguido reuniendo. Bien, es
correcto. Ahora bien, con el planteo previo, las opiniones, las
posiciones de esos consejeros ¿a quien representan?. Si no ha
habido una reunión de claustro, egresados, profesores consejeros,
como fundamentan las posiciones del claustro al que pertenecen.</p>
<p>Para analizar la situación de la pandemia en la facultad, primero
recurriría a referencias solventes como ocurre en los trabajos que
los profesionales deben abordar. Que un estudiante no pueda rendir
su examen final de Ingeniería o Doctorado con las condiciones
edilicias, de conocimiento, de distanciamiento mientras los
familiares y amigos lo ven juntos en una casa por internet para
poder festejar ese momento mágico y único, es de un anacronismo
por analogía que no tiene explicación. Los estudiantes, excepto
los perjudicados, calladitos. Falta lugar en la Planta piloto? los
laboratorios? se pueden desdoblar actividades? se pueden hacer
cosas.</p>
<p>Si ésta Universidad carece de respuestas para éstas situaciones,
como garantizamos que sus egresados estén fogueados en la
realidad, como se justifica la sacralizada inclusión si la misma
no da las respuestas que de ella se esperaba. Como podemos opinar
sobre algo si ni siquiera lo ponemos sobre una mesa y lo
abordamos.<br>
</p>
<p>Todas son preguntas y seguramente hay respuestas y sería bueno
conocerlas.<br>
</p>
<p>Insisto, por último, desde hace AÑOS, que los estudiantes no
pueden saber que opinan los egresados y profesores por que está
políticamente prohibido en nuestra facultad. Más aún, hay sensores
que auditan los grupos y que definen la pertinencia de los correos
electrónicos. Esta situación debe cambiar.</p>
<p>Sigamos debatiendo ideas para que todos nos entendamos y
conozcamos mejor.</p>
<p>Buen fin de semana.</p>
<p><br>
</p>
<p>Roberto A. Varela<br>
</p>
<p><br>
</p>
<p><br>
</p>
<p><br>
</p>
<div class="moz-cite-prefix">El 21/5/21 a las 22:56, Andrea Barone
Escobar escribió:<br>
</div>
<blockquote type="cite"
cite="mid:CAPu2vTf2zh6fi-ucA_b0nW7W3Jn_6SW_fqaJafeWPzzZC8Q85A@mail.gmail.com">
<meta http-equiv="content-type" content="text/html; charset=UTF-8">
<div dir="auto">Ing. Hartwig opino igual que Ud.
<div dir="auto"><br>
</div>
<div dir="auto">No conozco al Sr. Varela, que me gustaría saber
la edad... está de acuerdo con que todo tiempo pasado fue
mejor... ???</div>
<div dir="auto">Está Ud. Seguro de esa afirmación? ( entre
tantas otras afirmaciones de ese escrito)</div>
<div dir="auto">A ud. no se le murió nadie por covid?... cuando
viva en carne propia lo que es perder a un ser amado por
trabajar en un institución educativa... después me cuenta!</div>
<div dir="auto"><br>
</div>
<div dir="auto">Saludos Cordiales </div>
<div dir="auto">Andrea Barone </div>
</div>
<br>
<div class="gmail_quote">
<div dir="ltr" class="gmail_attr">El vie., 21 de mayo de 2021
20:09, Carlos Jaime HARTWIG <<a
href="mailto:carlos.hartwig@uner.edu.ar"
moz-do-not-send="true">carlos.hartwig@uner.edu.ar</a>>
escribió:<br>
</div>
<blockquote class="gmail_quote" style="margin:0 0 0
.8ex;border-left:1px #ccc solid;padding-left:1ex">
<div dir="ltr"> Me parece un provocador que no respeta la
vida no a las personas<br>
Destrata al sector más dinámico que con una adecuada
apreciación científica comprende la realidad y se restringe
a ella
<div>No es un sector arbitrario, individualista, libertario
o ANCAP como son los sectores cercanos a Luciano Romá, que
hacen mucho por no respetar la vida ni a las personas,
solo a la libertad individualista, mezquina, no
benebolente, ventajista y con solo el afán de lucro por
sobre la vida<br>
Esto queda en evidencia en la mayoría de sus escritos, que
realmente no merecen ningún respeto ni análisis para
rechazar en todo sus falsos conceptos democráticos<br>
MÁS BIEN SE PARECEN EN MUCHO A LO QUE LOS ANTIGUOS GRIEGOS
DENOMINABAN "IDIOT"<br>
Ing. Carlos HARTWIG</div>
</div>
<div
id="m_-668019822295644434DAB4FAD8-2DD7-40BB-A1B8-4E2AA1F9FDF2"><br>
<table style="border-top:1px solid #d3d4de">
<tbody>
<tr>
<td style="width:55px;padding-top:18px"><a
href="https://www.avast.com/sig-email?utm_medium=email&utm_source=link&utm_campaign=sig-email&utm_content=webmail"
target="_blank" rel="noreferrer"
moz-do-not-send="true"><img
src="https://ipmcdn.avast.com/images/icons/icon-envelope-tick-round-orange-animated-no-repeat-v1.gif"
alt="" style="width:46px;height:29px"
moz-do-not-send="true" width="46" height="29"></a></td>
<td
style="width:470px;padding-top:17px;color:#41424e;font-size:13px;font-family:Arial,Helvetica,sans-serif;line-height:18px">Libre
de virus. <a
href="https://www.avast.com/sig-email?utm_medium=email&utm_source=link&utm_campaign=sig-email&utm_content=webmail"
style="color:#4453ea" target="_blank"
rel="noreferrer" moz-do-not-send="true">www.avast.com</a>
</td>
</tr>
</tbody>
</table>
</div>
<br>
<div class="gmail_quote">
<div dir="ltr" class="gmail_attr">El vie, 21 may 2021 a las
17:30, Roberto Varela FCAL (<<a
href="mailto:varelar@fcal.uner.edu.ar" target="_blank"
rel="noreferrer" moz-do-not-send="true">varelar@fcal.uner.edu.ar</a>>)
escribió:<br>
</div>
<blockquote class="gmail_quote" style="margin:0px 0px 0px
0.8ex;border-left:1px solid
rgb(204,204,204);padding-left:1ex"><br>
LOS UNIVERSITARIOS DE LA PANDEMIA, ENTRE LA RESIGNACIÓN Y
EL SILENCIO<br>
Por Luciano Román<br>
<br>
La Nación<br>
<br>
Los universitarios se han quedado sin universidad. Sin
embargo, parecen <br>
aceptarlo con una pasiva resignación. Aunque la historia
los muestra <br>
como el sector más rebelde, contestatario y movilizado de
la sociedad, <br>
una extraña atmósfera de silencio y conformismo se
observa, esta vez, <br>
alrededor de universidades desiertas.<br>
<br>
El universitario es el único estamento educativo que no ha
hecho ni <br>
siquiera el intento de retomar, con protocolos adecuados,
la actividad <br>
presencial. Solo funciona –en una versión “de baja
intensidad”– la <br>
mecánica de clases, seminarios y mesas examinadoras en el
formato <br>
virtual. No es necesario detallar en qué medida se ha
empobrecido la <br>
vida universitaria al suprimir –por tiempo indefinido– el
encuentro <br>
“real” de estudiantes y profesores, la interacción entre
los propios <br>
universitarios, la práctica en laboratorios, las asambleas
o las salas <br>
de lectura. Miles de estudiantes de Medicina han aprobado
Anatomía sin <br>
tocar un hueso. Es posible que, a este ritmo, tengamos las
primeras <br>
“promociones virtuales” de ingenieros, médicos,
odontólogos o <br>
arquitectos. La universidad se habrá encogido, así, hasta
alcanzar la <br>
dinámica de los cursos por correspondencia. ¿Sus títulos
valdrán lo <br>
mismo en el mercado laboral? Una pregunta que hoy nadie se
formula.<br>
<br>
La burocracia que gobierna las casas de estudio deberá
responder alguna <br>
vez por este cierre indefinido que ya lleva 15 meses. Pero
el <br>
interrogante que tal vez debamos formularnos es ¿por qué
las juventudes <br>
universitarias aceptan con tanta pasividad y mansedumbre
esta pérdida <br>
irreparable en su proceso de formación? Una minoría lo
hará por <br>
afinidades ideológicas: adhieren al cierre de
universidades por <br>
compromiso con un oficialismo que ha decidido “militar” la
parálisis <br>
educativa como una supuesta estrategia de cuidado
sanitario. Lo han <br>
convertido en un dogma y un eslogan, aunque las evidencias
demuestren <br>
que las aulas cerradas no atenúan la curva de contagios.
Pero el <br>
silencio excede a las minorías militantes. ¿Tiene que ver
con el <br>
espíritu de una generación que ha perdido la esperanza en
el país y cree <br>
que rebelarse y discutir el statu quo no tiene sentido?<br>
<br>
Mientras el cierre de escuelas ha promovido una saludable
reacción <br>
ciudadana y un fuerte debate público, el de las
universidades pasa casi <br>
inadvertido, como si no hubiera matices, discrepancias ni
reacciones <br>
ante un confinamiento eterno que no se verifica en ningún
otro sector. <br>
¿Dónde están los “universitarios organizados”?<br>
<br>
Hay millones de jóvenes que se sienten “una generación en
tránsito”: <br>
piensan en recibirse rápido para emigrar con el título
bajo el brazo. <br>
Tal vez esta universidad que despacha cursadas y recibidas
por Zoom les <br>
ofrezca un atajo más directo a ese proyecto de salida. En
ese caso, la <br>
pasividad ante el cierre de las facultades quizá sea la
expresión de una <br>
especie de exilio anticipado de amplias franjas de la
juventud <br>
argentina, que ya no se sienten parte, que miran al país
con prematuro <br>
escepticismo y que no creen que valga la pena dar ninguna
pelea más allá <br>
de sus objetivos prácticos. Quizá también sea un silencio
cómodo, que <br>
conjuga con el espíritu de una generación que demora la
ida de la casa <br>
de sus padres, elude los compromisos rígidos y milita la
corrección <br>
política desde su teléfono celular.<br>
<br>
Hay, entre los universitarios, una mayoría silenciosa que
reniega, con <br>
razón, del activismo militante. Lo ven anclado en un
ideologismo <br>
dogmático, con reivindicaciones ramplonas de un setentismo
desquiciado. <br>
Pero frente a esos reparos saludables cabría otro
interrogante: ¿la <br>
única forma de alejarse de los extremos y dogmatismos es
desentenderse <br>
del compromiso y el debate? ¿No se les deja así el camino
libre a los <br>
sectores más ideologizados para que lleven la voz
cantante?<br>
<br>
Buena parte de las minorías militantes también se sienten
cómodas con el <br>
silencio. Sin ninguna fidelidad al espíritu universitario,
ejercen la <br>
obediencia con el poder de turno, al que no buscan
incomodar; mucho <br>
menos, confrontar. El kirchnerismo –se sabe– ha colonizado
con dinero y <br>
con eslóganes a una importante porción del ecosistema
académico. La <br>
principal organización política juvenil (La Cámpora) no se
ha forjado <br>
“en la lucha” ni a la intemperie, sino al abrigo del poder
y en el <br>
confort de los cargos. Hay, sin embargo, agrupaciones con
larga <br>
tradición en la política universitaria que no han sido
cooptadas por el <br>
oficialismo y, sin embargo, no parecen promover ningún
debate <br>
consistente, más allá de algunas posiciones valientes pero
aisladas. <br>
Hasta han tolerado, sin mucha discusión ni pataleo, que
les metan a <br>
Boudou a dar cátedra en la UBA. Esos sectores
universitarios que han <br>
protagonizado rebeldías históricas, que promovieron la
Reforma del 18, <br>
que han sido siempre sensibles a la defensa de la
autonomía <br>
universitaria, que han vivido en ebullición y han
cultivado el espíritu <br>
asambleario, hoy se muestran dóciles y resignados ante un
paisaje de <br>
facultades cerradas en las que nadie discute ni debate
nada. Los centros <br>
de estudiantes están en estado vegetativo.<br>
<br>
El silencio también domina a un cuerpo docente que parece
anestesiado. <br>
¿Todos piensan igual? Hace tiempo que cierta uniformidad
se ha apoderado <br>
de los recintos universitarios, donde el pluralismo, la
diversidad, los <br>
contrastes y las divergencias deberían encontrar –por el
contrario– un <br>
especial caldo de cultivo.<br>
<br>
Ni los estudiantes ni los docentes parecen poner en
discusión el hecho <br>
de que funcionen los clubes, pero no los campos de
deportes <br>
universitarios; las librerías comerciales, pero no las
bibliotecas de <br>
las facultades; los restaurantes, pero no los comedores
estudiantiles; <br>
los laboratorios privados, pero no los de los centros o
institutos de <br>
investigación. Nadie plantea, tampoco, por qué los
profesores que ya han <br>
sido vacunados (o los que no integran los grupos de
riesgo) no pueden <br>
empezar a dar clases presenciales. Las fórmulas
intermedias no parecen <br>
exploradas: el cierre es total y absoluto; lo mismo para
facultades <br>
chicas que para las más grandes; para cátedras que
trabajan al aire <br>
libre que para las que funcionan en espacios cerrados;
para materias que <br>
exigen práctica y experimentación que para las que son
puramente <br>
teóricas. En lugar de ofrecer modelos innovadores, con
esquemas mixtos <br>
de presencialidad y virtualidad, la universidad (sin
ninguna creatividad <br>
ni sofisticación) se ha aferrado a una medida rústica y
primitiva: <br>
candado hasta nuevo aviso.<br>
<br>
El sistema universitario parece verse a sí mismo como una
casta <br>
privilegiada escudada detrás de un discurso
pseudoprogresista. “Militan” <br>
el cierre de aulas, pero no tolerarían que el recolector
de residuos <br>
dejara de pasar por la puerta de su casa. Hacen una
bandera de “la <br>
defensa de la universidad pública”, pero no se consideran
“esenciales” <br>
en esta situación de emergencia. Quizá se sientan parte de
eso que ha <br>
definido con pasmosa sinceridad Carlos Zannini:
“Personalidades que <br>
necesitan ser protegidas por la sociedad”.<br>
<br>
Los jóvenes aceptan esta “universidad minimalista”,
atomizada y <br>
encapsulada en el Zoom, sin reclamar su derecho a
recuperar una vida <br>
universitaria que implica mucho más que avanzar casilleros
en la carrera <br>
hacia un título de valor incierto. Entender las causas de
ese silencio <br>
quizá nos lleve a encontrarnos con una generación que no
ve un horizonte <br>
en la Argentina, que está instalada en el desencanto y que
percibe la <br>
universidad como un lugar de paso; apenas una escala en un
viaje hacia <br>
otra parte. En ese silencio quizá se esconda el fracaso de
un país en el <br>
que, por primera vez, el futuro luce peor que el pasado.<br>
<br>
_______________________________________________<br>
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