[Egresados] [Docentes] Una reflexión sobre donde está el espíritu critico la Universidad
Carlos Jaime HARTWIG
carlos.hartwig en uner.edu.ar
Vie Mayo 21 20:22:20 -03 2021
LAS ESCUELAS (incluyo a las Universidades) SON UN CENTRO DE CONCENTRACIÓN,
CONTAGIO Y DISTRIBUCIÓN DEL VIRUS:
Lo escribí sobre la base de información y concepto técnicos, físicos,
fluidodinámicos y matemáticos que puedo defender y demostrar a cualquiera
que asistir a esos lugares son los peores espacios sociales para la vida en
una pandemia
https://www.diariojunio.com.ar/-las-escuelas-son-un-centro-de-concentracion-contagio-y-distribucion-del-virus?fbclid=IwAR20Dzh-umQYh3U43EZImqNIJnOeEVsuu77ND0A6uTGE7g2kbg7i_Z7_iHI
<https://www.avast.com/sig-email?utm_medium=email&utm_source=link&utm_campaign=sig-email&utm_content=webmail>
Libre
de virus. www.avast.com
<https://www.avast.com/sig-email?utm_medium=email&utm_source=link&utm_campaign=sig-email&utm_content=webmail>
<#DAB4FAD8-2DD7-40BB-A1B8-4E2AA1F9FDF2>
El vie, 21 may 2021 a las 20:09, Carlos Jaime HARTWIG (<
carlos.hartwig en uner.edu.ar>) escribió:
> Me parece un provocador que no respeta la vida no a las personas
> Destrata al sector más dinámico que con una adecuada apreciación
> científica comprende la realidad y se restringe a ella
> No es un sector arbitrario, individualista, libertario o ANCAP como son
> los sectores cercanos a Luciano Romá, que hacen mucho por no respetar la
> vida ni a las personas, solo a la libertad individualista, mezquina, no
> benebolente, ventajista y con solo el afán de lucro por sobre la vida
> Esto queda en evidencia en la mayoría de sus escritos, que realmente no
> merecen ningún respeto ni análisis para rechazar en todo sus falsos
> conceptos democráticos
> MÁS BIEN SE PARECEN EN MUCHO A LO QUE LOS ANTIGUOS GRIEGOS DENOMINABAN
> "IDIOT"
> Ing. Carlos HARTWIG
>
>
> <https://www.avast.com/sig-email?utm_medium=email&utm_source=link&utm_campaign=sig-email&utm_content=webmail> Libre
> de virus. www.avast.com
> <https://www.avast.com/sig-email?utm_medium=email&utm_source=link&utm_campaign=sig-email&utm_content=webmail>
> <#m_4457579216289878255_DAB4FAD8-2DD7-40BB-A1B8-4E2AA1F9FDF2>
>
> El vie, 21 may 2021 a las 17:30, Roberto Varela FCAL (<
> varelar en fcal.uner.edu.ar>) escribió:
>
>>
>> LOS UNIVERSITARIOS DE LA PANDEMIA, ENTRE LA RESIGNACIÓN Y EL SILENCIO
>> Por Luciano Román
>>
>> La Nación
>>
>> Los universitarios se han quedado sin universidad. Sin embargo, parecen
>> aceptarlo con una pasiva resignación. Aunque la historia los muestra
>> como el sector más rebelde, contestatario y movilizado de la sociedad,
>> una extraña atmósfera de silencio y conformismo se observa, esta vez,
>> alrededor de universidades desiertas.
>>
>> El universitario es el único estamento educativo que no ha hecho ni
>> siquiera el intento de retomar, con protocolos adecuados, la actividad
>> presencial. Solo funciona –en una versión “de baja intensidad”– la
>> mecánica de clases, seminarios y mesas examinadoras en el formato
>> virtual. No es necesario detallar en qué medida se ha empobrecido la
>> vida universitaria al suprimir –por tiempo indefinido– el encuentro
>> “real” de estudiantes y profesores, la interacción entre los propios
>> universitarios, la práctica en laboratorios, las asambleas o las salas
>> de lectura. Miles de estudiantes de Medicina han aprobado Anatomía sin
>> tocar un hueso. Es posible que, a este ritmo, tengamos las primeras
>> “promociones virtuales” de ingenieros, médicos, odontólogos o
>> arquitectos. La universidad se habrá encogido, así, hasta alcanzar la
>> dinámica de los cursos por correspondencia. ¿Sus títulos valdrán lo
>> mismo en el mercado laboral? Una pregunta que hoy nadie se formula.
>>
>> La burocracia que gobierna las casas de estudio deberá responder alguna
>> vez por este cierre indefinido que ya lleva 15 meses. Pero el
>> interrogante que tal vez debamos formularnos es ¿por qué las juventudes
>> universitarias aceptan con tanta pasividad y mansedumbre esta pérdida
>> irreparable en su proceso de formación? Una minoría lo hará por
>> afinidades ideológicas: adhieren al cierre de universidades por
>> compromiso con un oficialismo que ha decidido “militar” la parálisis
>> educativa como una supuesta estrategia de cuidado sanitario. Lo han
>> convertido en un dogma y un eslogan, aunque las evidencias demuestren
>> que las aulas cerradas no atenúan la curva de contagios. Pero el
>> silencio excede a las minorías militantes. ¿Tiene que ver con el
>> espíritu de una generación que ha perdido la esperanza en el país y cree
>> que rebelarse y discutir el statu quo no tiene sentido?
>>
>> Mientras el cierre de escuelas ha promovido una saludable reacción
>> ciudadana y un fuerte debate público, el de las universidades pasa casi
>> inadvertido, como si no hubiera matices, discrepancias ni reacciones
>> ante un confinamiento eterno que no se verifica en ningún otro sector.
>> ¿Dónde están los “universitarios organizados”?
>>
>> Hay millones de jóvenes que se sienten “una generación en tránsito”:
>> piensan en recibirse rápido para emigrar con el título bajo el brazo.
>> Tal vez esta universidad que despacha cursadas y recibidas por Zoom les
>> ofrezca un atajo más directo a ese proyecto de salida. En ese caso, la
>> pasividad ante el cierre de las facultades quizá sea la expresión de una
>> especie de exilio anticipado de amplias franjas de la juventud
>> argentina, que ya no se sienten parte, que miran al país con prematuro
>> escepticismo y que no creen que valga la pena dar ninguna pelea más allá
>> de sus objetivos prácticos. Quizá también sea un silencio cómodo, que
>> conjuga con el espíritu de una generación que demora la ida de la casa
>> de sus padres, elude los compromisos rígidos y milita la corrección
>> política desde su teléfono celular.
>>
>> Hay, entre los universitarios, una mayoría silenciosa que reniega, con
>> razón, del activismo militante. Lo ven anclado en un ideologismo
>> dogmático, con reivindicaciones ramplonas de un setentismo desquiciado.
>> Pero frente a esos reparos saludables cabría otro interrogante: ¿la
>> única forma de alejarse de los extremos y dogmatismos es desentenderse
>> del compromiso y el debate? ¿No se les deja así el camino libre a los
>> sectores más ideologizados para que lleven la voz cantante?
>>
>> Buena parte de las minorías militantes también se sienten cómodas con el
>> silencio. Sin ninguna fidelidad al espíritu universitario, ejercen la
>> obediencia con el poder de turno, al que no buscan incomodar; mucho
>> menos, confrontar. El kirchnerismo –se sabe– ha colonizado con dinero y
>> con eslóganes a una importante porción del ecosistema académico. La
>> principal organización política juvenil (La Cámpora) no se ha forjado
>> “en la lucha” ni a la intemperie, sino al abrigo del poder y en el
>> confort de los cargos. Hay, sin embargo, agrupaciones con larga
>> tradición en la política universitaria que no han sido cooptadas por el
>> oficialismo y, sin embargo, no parecen promover ningún debate
>> consistente, más allá de algunas posiciones valientes pero aisladas.
>> Hasta han tolerado, sin mucha discusión ni pataleo, que les metan a
>> Boudou a dar cátedra en la UBA. Esos sectores universitarios que han
>> protagonizado rebeldías históricas, que promovieron la Reforma del 18,
>> que han sido siempre sensibles a la defensa de la autonomía
>> universitaria, que han vivido en ebullición y han cultivado el espíritu
>> asambleario, hoy se muestran dóciles y resignados ante un paisaje de
>> facultades cerradas en las que nadie discute ni debate nada. Los centros
>> de estudiantes están en estado vegetativo.
>>
>> El silencio también domina a un cuerpo docente que parece anestesiado.
>> ¿Todos piensan igual? Hace tiempo que cierta uniformidad se ha apoderado
>> de los recintos universitarios, donde el pluralismo, la diversidad, los
>> contrastes y las divergencias deberían encontrar –por el contrario– un
>> especial caldo de cultivo.
>>
>> Ni los estudiantes ni los docentes parecen poner en discusión el hecho
>> de que funcionen los clubes, pero no los campos de deportes
>> universitarios; las librerías comerciales, pero no las bibliotecas de
>> las facultades; los restaurantes, pero no los comedores estudiantiles;
>> los laboratorios privados, pero no los de los centros o institutos de
>> investigación. Nadie plantea, tampoco, por qué los profesores que ya han
>> sido vacunados (o los que no integran los grupos de riesgo) no pueden
>> empezar a dar clases presenciales. Las fórmulas intermedias no parecen
>> exploradas: el cierre es total y absoluto; lo mismo para facultades
>> chicas que para las más grandes; para cátedras que trabajan al aire
>> libre que para las que funcionan en espacios cerrados; para materias que
>> exigen práctica y experimentación que para las que son puramente
>> teóricas. En lugar de ofrecer modelos innovadores, con esquemas mixtos
>> de presencialidad y virtualidad, la universidad (sin ninguna creatividad
>> ni sofisticación) se ha aferrado a una medida rústica y primitiva:
>> candado hasta nuevo aviso.
>>
>> El sistema universitario parece verse a sí mismo como una casta
>> privilegiada escudada detrás de un discurso pseudoprogresista. “Militan”
>> el cierre de aulas, pero no tolerarían que el recolector de residuos
>> dejara de pasar por la puerta de su casa. Hacen una bandera de “la
>> defensa de la universidad pública”, pero no se consideran “esenciales”
>> en esta situación de emergencia. Quizá se sientan parte de eso que ha
>> definido con pasmosa sinceridad Carlos Zannini: “Personalidades que
>> necesitan ser protegidas por la sociedad”.
>>
>> Los jóvenes aceptan esta “universidad minimalista”, atomizada y
>> encapsulada en el Zoom, sin reclamar su derecho a recuperar una vida
>> universitaria que implica mucho más que avanzar casilleros en la carrera
>> hacia un título de valor incierto. Entender las causas de ese silencio
>> quizá nos lleve a encontrarnos con una generación que no ve un horizonte
>> en la Argentina, que está instalada en el desencanto y que percibe la
>> universidad como un lugar de paso; apenas una escala en un viaje hacia
>> otra parte. En ese silencio quizá se esconda el fracaso de un país en el
>> que, por primera vez, el futuro luce peor que el pasado.
>>
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